El reloj avanza a ritmo implacable. Siempre lo hace.
Sólo nos quedan 9 h de tute por Bangkok antes de tener que estar en el aeropuerto. Tiempo para reflexionar echando la vista atrás, mirando y rebuscando entre la memoria las estampas más vibrantes de nuestro viaje. Algunas más divertidas y algunas menos agradables.
Durante el tiempo que llevamos con esta mochila a la espalda, hemos tratado en todo momento de ser honestos, de explicar nuestras vivencias a todos vosotros. Sin asustar a la familia ni aburrir a los amigos. De mostrar a los voyeurs que abren bolsillos de la mochila a hurtadillas e informar a los aventureros que planeen una excursión por esta zona. Todo lo que hemos publicado es real. La realidad que hemos vivido. Pero no hemos explicado la realidad al completo. Hemos preferido no mostrar aquello que pudiera preocupar a las madres o dar una imagen equivocada para evitar disgustos innecesarios.
AVISO: la información que a continuación se revela no son desgracias, son anécdotas obligadas en cualquier viaje que se precie. En cualquier caso, siempre han tenido final feliz.
- Nos caemos con la moto en Laos... 2 veces! Dos caídas chorras en tres días. Solo Pablo (que conduce) sale lastimado: rozaduras, quemaduras, una fisurilla en la costilla y sangre. Todo se resuelve con cariño, betadine y unas gasas. La sangre y el calor afectan a Auba, que se marea y casi se desmaya en plena carretera.
- Pablo nota un picorcillo en el pie. Cuando finalmente se lo mira tiene adherida a la piel... una sanguijuela! Estos incordiosos parásitos son muy comunes en Laos. Ahora ya sabemos como eliminarlos sin riesgo de infección, pero en aquel momento hicimos todo lo necesario para que se infectara.
- El bus en el que viajamos atropella un motorista en Camboya. Esto fue mucho mas serio y desagradable. Lo peor fue ver la lentitud e ineficacia de los servicios de emergencia camboyanos. El bus quedo requisado y el conductor detenido. Sobre el motorista no sabemos nada.
- La mendicación para la malaria nos produce ligeras molestias: durante un mes Pablo acude a su cita con el sanitario algo "sueltecillo". Auba solo tiene problemas de visión los primeros días.
- Tocamos fondo cuando pasamos una semana con severas molestias gastrointestinales: diarreas, vómitos, flatulencias, mareos, nauseas, anorexia. Por mas pastillas y suero que tomamos nada se arregla. Al final nos informamos sobre los pasibles parásitos intestinales, nos autodiagnosticamos y nos autotratamos. Tras una semanita de antibiótico estamos como nuevos (y muy delgaditos). Por cierto, el bicho se llamaba: Giardia.
- Auba descuida su bolso (dinero, cámara, y lo peor el pasaporte!) en el minibus de linea. Cuando nos damos cuenta, el bus ya no se encuentra en la ciudad. En Laos no hay embajada española y sin pasaporte no podemos salir del país! Ante la desaparición y los nervios, empezamos la búsqueda y la persecución de la furgonetilla (nos preguntamos todavía como). Gracias a un tuc-tuquero y todos sus colegas compinchados después de dos horas y por el módico precio de 20 euros, recuperamos el bolso y todos sus valores a 20 km de la ciudad. Increíble pero cierto!!
- Los mosquitos nos acribillan hasta que menos de 10 picaduras al día sean pocas, las picadas se vuelven indefinidas. Mosquiteras, repelentes, pulseras, vitaminas, espirales... La voracidad del mosquito asiático lo puede todo.
- En mas de una ocasión hubiéramos querido estar uno en la Conchinchina y otro en Argentina, 3 meses intensivos, 24 hrs seguidas no son buenas para ninguna persona humana.
- Se nos calan las mochilas en el maletero de los buses por las inundaciones. Mas de dos veces pasamos por charcos que casi llegan hasta el conductor y luego hay que poner todo a lavar y a secar.
- Nos atrevemos a coger mototaxis por Camboya y Vietnam. Conductores kamikazes, motos chatarras y sin casco, por supuesto. A veces, por no separarnos (y luego no encontrarnos, que también nos ha pasado), probamos yendo juntos: Auba, Pablo, el conductor, todas las mochilas, todos los baches y una sola moto!
- Conocemos en primera persona y de cerca el water turco, las duchas encharcadas y llenas de moho, el agua marrón del grifo, y las cucarachas.
- Nos resignamos en los vehículos que adelantan sin visión, circulan a demasiada velocidad y se saltan los semáforos (si es que los hay). Echamos de menos los cinturones y no dejamos de rogar.
Sentimos no poder acompañarlo con fotos porque (por ahora, esperamos poder recuperarlas), hemos perdido gran parte de las fotos! Malditas tecnologías!
Tic, tac, tic, tac...
PiA
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