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Summit! |
La forma más típica de ascenso es durante la noche para llegar a la cima al alba. La subida no es complicada técnicamente, pero la altura y el desnivel exigen un mínima condición física. Nosotros llegamos a la tarde con la intención de subir esa misma noche, pero las tormentas anunciadas durante las horas siguientes nos inclinaron por posponer el intento para el día siguiente.
Aprovechamos la tarde a recorrer la región de los cinco Lagos y navegar en uno de ellos, usando los botes de pedales típicos de aquí, que son como los de casa, pero con forma de cisne.
Tras una noche de lluvia no levantamos a las 5:30 de la mañana y tras una hora de bus llegamos a la base donde comienza la subida del Fuji.
El ambiente, envuelto dede una espesa niebla resulta fantasmagórico y la temperatura bastante fresca.
El camino es muy bueno y constantemente salpicado de refugios donde comprar comida, dormir usar el baño (previo pago, por supuesto). Incluso puedes comprar botellines de oxígeno para facilitar la subida.
Como subimos con el horario cambiado, vemos bajar multitudes de japoneses agonizantes. Parece una escena de una película de zombies. Por contra, los que suben son muy pocos y la niebla ayuda a crear un efecto de soledad.
Otra cosa que nos llama la atención es la equipación de los japoneses. Calculamos que cada uno de ellos lleva más de 1500 € de presupuesto en material de montaña de ultimísima generación, aunque esto no impide que para subir necesiten hacer acopio de botellas de oxígeno y literalmente se arrastren cojeando. Desde luego, no les falta voluntad para culminar su peregrinación, porque se ven desde niños de siete años hasta ancianos de 80.
Como subimos con el horario cambiado, vemos bajar multitudes de japoneses agonizantes. Parece una escena de una película de zombies. Por contra, los que suben son muy pocos y la niebla ayuda a crear un efecto de soledad.
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3776 m + 1 |
El caso es que, tras dejar en cuatro horas y media las supuestas seis horas de subida llegamos a la cima donde la niebla se abrió para dejar a la vista el cráter de 3 km de perímetro con restos de nieve sobre una alfombra de nubes que recubrían todo lo que abarcaba la vista. Un espectáculo maravilloso que merece la pena vivir.
Desde ahí hasta abajo, tres horas más de pendiente más otra de autobús hasta nuestro hostal, donde nos relajamos en su baño tradicional que combinaba agua hirviendo con agua helada para acabar de recuperarnos las piernas y dormir, como hasta ahora no lo habíamos hecho en Japón.
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